"El que sólo busca la salida no entiende el laberinto, y, aunque la encuentre, saldrá sin haberlo entendido."
José Bergamín

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Este blog está dirigido a estudiantes de Geografía e Historia de España, y Arte en Bachillerato, para que -además de encontrar la salida- entendáis el laberinto.

martes, 30 de diciembre de 2014

Pasaje agraio III. EXTREMADURA


44. Comenta el paisaje agrario de dehesa representado en la fotografía (página 164).
El paisaje agrario de la fotografía corresponde a una dehesa de encinas en Extremadura.

El medio físico muestra un relieve llano, propio de la penillanura[1] extremeña. El clima mediterráneo puede deducirse de la vegetación dominante de encinas. Estas son árboles de mediana altura, con tronco grueso y rugoso y copas globulares y amplias, que soportan bien la sequía estival, propia del clima mediterráneo, y se adaptan a todo tipo de suelos. En este caso se trata de la tierra parda meridional, pobre por su acidez y escasez de humus, que presenta, como muestra la fotografía, una estructura suelta, que lo hace fácilmente erosionable, por lo que su principal dedicación son las dehesas.
Las dehesas son explotaciones agroganaderas, que en las zonas de sierra aprovechan también la madera de la encina y del alcornoque. La dehesa tradicional tenía una principalmente orientación ganadera: sus pastos alimentaban a los rebaños de ovino y de porcino, y, secundariamente, de bovino; parte de sus tierras se cultivaban en largas rotaciones para proporcionar alimentos y rastrojos al ganado durante la larga sequía estival, y el fruto de las encinas y de los alcornoques se usaba en la etapa final de ceba del cerdo. En la actualidad se han introducido cambios: una mayor orientación al ganado vacuno, la dedicación a la agricultura de algunas dehesas con mejores suelos y la reconversión hacia otros usos, como la caza.
El espacio agrario está organizado en parcelas grandes.
Los usos del suelo combinan, de forma equilibrada con las condiciones naturales, la explotación ganadera, agrícola y forestal.
El uso ganadero ha sido tradicionalmente el más habitual en las dehesas. Se basa en el aprovechamiento de los pastos que crecen tras las primeras lluvias de otoño y se agostan durante la fuerte y prolongada sequía estival, y en el uso de los pastos que crecen a la sombra de los árboles. La ganadería que se aprecia es la ovina, de carácter extensivo y baja densidad, destinada al autoconsumo y a la venta en el mercado.
La agricultura, dadas las características medioambientales, solo permite el cultivo parcial y extensivo del suelo, en rotaciones muy largas con barbecho. La más característica es la práctica “al tercio” en la que las tierras, tras cultivarse, descansan los años siguientes, un año o más como erial (sin sementera ni labranza) y el inmediatamente anterior al nuevo cultivo con barbecho labrado, pero sin sembrar. Los cultivos son de secano y se destinan a la producción de alimento y de rastrojos para el ganado durante el largo periodo de sequía estival, en el cual desaparecen los pastos naturales.
La explotación forestal está constituida por el bosque de encinas aclarado, que permite el aprovechamiento de su fruto, la bellota, para la alimentación del ganado porcino, y el aprovechamiento de la leña. Esta procede de la poda de los árboles, labor indispensable para aumentar la producción de frutos, pero de elevado coste para el propietario.
Los principales problemas que afectan a las dehesas en la actualidad son los siguientes:
La fragilidad del medio ambiente, derivada de la pobreza del suelo y del retroceso de la vegetación natural, que colabora a su empobrecimiento y acentúa la erosión natural. Este retroceso se ha visto favorecido por la pérdida de usos tradicionales del encinar y la ampliación de la superficie cultivada mecanizada en las áreas de mejores suelos, para la cual el arbolado representa un obstáculo. Para evitar este problema se requiere un sistema agrario que combine de manera equilibrada los diferentes usos del suelo, de modo que pueda mantenerse el equilibrio ecológico.
Los bajos rendimientos agrarios[2], motivados por las limitaciones del medio físico y el empleo de técnicas tradicionales, están impulsando una intensificación relativa, consistente en una mayor orientación hacia el ganado vacuno y hacia la agricultura mecanizada, y en la generalización del aprovechamiento cinegético de las dehesas. Para evitarlo, la Unión Europea está concediendo subvenciones al ganado ovino extensivo.
Fuente: Mª. Concepción Muñoz-Delgado, 2009, Geografía. Anaya, Madrid.


[1] Penillanura. Superficie de erosión muy suavemente ondulada. En Extremadura están modeladas sobre pizarra
[2] Rendimiento agrario: producción por unidad de superficie.