"El que sólo busca la salida no entiende el laberinto, y, aunque la encuentre, saldrá sin haberlo entendido."
José Bergamín

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Este blog está dirigido a estudiantes de Geografía e Historia de España, y Arte en Bachillerato, para que -además de encontrar la salida- entendáis el laberinto.

sábado, 3 de enero de 2015

INDUSTRIA. GRÁFICO ÍNDICE DE PRODUCCIÓN INDUSTRIAL, 1850-1975



24. Comenta el gráfico con el índice de producción industrial entre 1850-1975  (página 201).

El gráfico lineal muestra la evolución del índice de producción industrial en España entre 1850 y 1975, tomando como base 100 el año 1900.

 En el período 1855-1975 se adoptaron las innovaciones técnicas de la primera Revolución Industrial (máquina de vapor movida por carbón mineral) y de la segunda (motores de explosión y eléctricos movidos por hidrocarburos y energía eléctrica).

El sistema de producción (1855-1975) fue diverso: las pequeñas fábricas mantuvieron sistemas tradicionales, las grandes adoptaron desde el primer tercio del siglo XX el sistema fordista. Este  integraba las distintas etapas de la fabricación de un producto en una cadena de producción en la que cada trabajador estaba especializado en una sola tarea. Este sistema permitía economías de escala[1].
Entre las dos fechas señaladas el índice de producción en España se ha multiplicado por más de 172. Sin embargo, este crecimiento no ha sido uniforme a lo largo del tiempo, por lo que cabe diferenciar una serie de etapas.

Hasta 1900 el índice de producción industrial fue bajo, debido al retraso con el que se inició la industrialización española respecto a otros países del entorno. La incorporación a la primera Revolución Industrial se vio limitada por la mala dotación en materias primas y productos energéticos básicos y la exportación de minerales motivada por el arrendamiento de las mejores minas a compañías extranjeras; el escaso espíritu de empresa; la insuficiencia de capital para la creación de industrias; el atraso tecnológico; la limitada demanda interna de productos industriales; una situación exterior desfavorable (guerras y desastre colonial); y una política industrial inadecuada, basada en el proteccionismo, que desincentivó la modernización tecnológica.

Entre 1900 y 1930 el índice de producción industrial creció, debido al auge de la minería del carbón; la recuperación de minas de manos extranjeras; el aumento de la inversión nacional (repatriación de capitales desde las colonias e inversión de los beneficios obtenidos durante la primera guerra mundial); la incorporación de los avances técnicos de la segunda revolución industrial; el impulso de las obras públicas durante la Dictadura de Primo de Rivera, y la eliminación de la competencia exterior gracias al proteccionismo.

El índice de producción industrial decreció entre 1930-1940 debido a la destrucción de industrias durante la Guerra Civil (1936-1939).

Debido al establecimiento de la política autárquica, que al pretender utilizar los propios recursos y restringir las importaciones, privó a la industria de los necesarios productos energéticos, materias primas, maquinaria y capitales,  entre 1940 y 1950  la recuperación de la producción fue lenta y no llegó a alcanzar el nivel anterior a la Guerra.

La situación mejoró entre 1950-1960  debido a la suavización de la política autárquica en 1953, que permitió un aumento de las importaciones.

Los objetivos de la  política  industrial de la época franquista (que llevó a cabo incentivos a la industrialización) eran corregir los desequilibrios territoriales en la distribución de la industria. Las actuaciones llevadas a cabo con este fin, recogidas en los Planes de Desarrollo (1964-1975), se orientaron a la promoción industrial en las zonas atrasadas y a la descongestión de las grandes aglomeraciones urbano-industriales.

Un crecimiento espectacular del índice de producción industrial tuvo lugar entre 1960 y 1975. Las causas fueron el abandono definitivo de la autarquía con el Plan de Estabilización de 1959, que liberalizó las importaciones y permitió el abastecimiento de los recursos necesarios; el aumento de la inversión en la industria, pues la situación expansiva de la economía capitalista mundial atrajo a empresas multinacionales, que se beneficiaron de la existencia en España de una demanda en alza, bajos costes de producción, mano de obra abundante, barata y no conflictiva y concesiones estatales. Se invirtieron en la industria capitales procedentes del turismo, de las remesas enviadas por los emigrantes, y de inversores privados; el bajo precio de la energía repercutía favorablemente en los costes de producción, y el Estado fomentó la industria a través de los planes de desarrollo.

Se emprendieron diversas acciones para la promoción industrial.

Los polos de promoción y desarrollo. Se trataba de seleccionar ciertas áreas urbanas en regiones atrasadas y crear en ellas las condiciones para que se desencadenase un proceso de concentración industrial similar al que de una manera espontánea se había dado en las regiones más desarrolladas;  estas industrias atraerían a otras y actuarían como motores del desarrollo del entorno. Las industrias que se instalasen en ellos debían ajustarse al tipo de actividad que se quería atraer y recibirían diversos incentivos (subvención a la inversión inicial, créditos oficiales) y ventajas fiscales[2] (desgravaciones fiscales), suelo industrial relativamente barato, buenas infraestructuras y ayudas para la formación profesional).

Los polos de desarrollo industrial se ubicaron en (A Coruña, Vigo, Sevilla, Valladolid, Zaragoza Granada, Córdoba, Oviedo, Logroño, ciudades que ya contaban con cierta base industrial; y los  polos de promoción en áreas más deprimidas, que exigían mayores inversiones (Burgos y Huelva).
La diferencia entre ambos tipos de polos residía en el tope máximo de subvenciones (10% en los de desarrollo y 20% en los de promoción).
Sobre sus resultados puede decirse que, en algunos casos se alcanzó un éxito relativo (Valladolid, Vigo, Sevilla, A Coruña), pero apenas se obtuvieron logros en las áreas más deprimidas que no contaban con un clima industrial previo. Esta política acrecentó las desigualdades intrarregionales en las áreas más desfavorecidas, al concentrar demasiado la actividad industrial en determinas zonas.

Fuente: Mª Concepción Muñoz-Delgado. Geografía Bachillerato 2. Anaya, Madrid.

[1] Economías de escala: grandes series de producción a bajo precio.
[2] Ventajas fiscales. Disminución de los impuestos o facilidades para su pago.