Comenta el
mapa de la página 220 explicando el origen del
desigual reparto de la industria.
El mapa muestra las áreas
industriales en España mediante colores y mediante figuras de tamaño proporcional
al volumen de empleo industrial.
La
distribución
espacial de la industria muestra grandes desequilibrios territoriales, pues se concentra en la periferia
cantábrica y mediterránea peninsular, en Madrid, y en el eje del valle del
Ebro, mientras que el interior peninsular y los archipiélagos balear y canario
presentan una escasa implantación industrial.
El origen de
este desequilibrio se
remonta a los inicios de la industrialización y se ha ido consolidando a lo
largo del tiempo como resultado de las economías de aglomeración y de una
política industrial incapaz de corregir la polarización industrial.
Las
favorables condiciones para la implantación industrial del litoral mediterráneo, Madrid y
la cornisa
Cantábrica fueron la causa de su temprana industrialización.
La
existencia de materias primas y de fuentes de energía, o de puertos que
facilitaron su acceso y su exportación, fueron los factores de localización
industrial de las siguientes áreas: Asturias, el País Vasco, Cataluña y Valencia.
En el caso de Madrid
fue su papel como centro financiero y
administrativo el que atrajo a una población numerosa que estimuló el
desarrollo industrial. La instalación de la industria en estos focos, canalizó
hacia ellos a la población y desarrolló los equipamientos e infraestructuras
(ferrocarriles, carreteras). Con ello se consolidaron como zonas atractivas que
recibieron nuevas instalaciones productivas. Así tuvo lugar un proceso de diversificación industrial en el primer
tercio del siglo XX, acentuado
durante la etapa autárquica como
resultado de la actuación del INI,
que centró su atención en las industrias básicas o relacionadas con la defensa
nacional.
El
desarrollo del sector secundario
(durante los años sesenta) afianzó
estas regiones industriales e incrementó la concentración industrial en ellas,
gracias a sus economías
externas.[1]Se
consolidaron como centros especializados en sectores básicos, con predominio de
la gran fábrica: el País Vasco y Asturias; el Mediterráneo como un área
industrial más diversificada, con mayor peso de la industria ligera y de la
pequeña empresa; y Madrid, se vio favorecida por la política centralista
del franquismo y por su papel como nudo de comunicaciones.
La
saturación y encarecimiento del suelo
en el interior de estas regiones y la competencia de usos terciarios más
rentables, favoreció la difusión de ciertas actividades industriales hacia las periferias metropolitanas. Aparecieron algunos espacios industriales
nuevos: ejes
industriales nacionales a lo largo de las principales vías de
comunicación entre las regiones más industrializadas (incipientes ejes del Ebro
y del Mediterráneo),
ejes
industriales resultantes de la política de promoción industrial del desarrollismo
(litoral
gallego y Andalucía occidental), y enclaves industriales aislados
en ciudades que instalaron industrias básicas (Puertollano, Ponferrada), o que
fueron declaradas polos de promoción o de desarrollo[2]
(Valladolid,
Zaragoza).
La crisis industrial de 1975
afectó a todas las áreas industriales, pero incidió más duramente a las de la cornisa
cantábrica, especializadas en sectores industriales maduros, y menos
en las que contaban con una actividad más diversificada, como el litoral
mediterráneo.
Fuente: Mª
Concepción Muñoz-Delgado. Geografía
Bachillerato 2. Anaya, Madrid.
[1] Economías externas: ventajas obtenidas por
las empresas de factores externos a su propia dinámica, como los proporcionados
por el entorno. En las economías de aglomeración estos factores
externos ventajosos son la cercanía de empresas auxiliares y complementarias, y
la disponibilidad de infraestructuras y equipamientos comunes, que permiten
reducir costes y aumentar los beneficios.